Ya hace 15 años que los derechos sobre la obra de Robert E. Howard son libres en Europa. Se ha tardado algo más de lo previsible, pero están apareciendo obras relacionadas con Conan que no son de las acostumbradas editoriales (Dark Horse, Marvel...). Recientemente han aparecido 3 en España. Hace poco ya reseñé Conan de Cimmeria y pronto haré lo mismo con Conan vs. Cthulhu. Hoy le ha tocado a Sangre bárbara, una obra de El Torres, Joe Bocardo y Manoli Martínez y editado por Karras Cómics. La historia transcurre en el final de la etapa de Conan como rey de Aquilonia. Nuestro cimmerio preferido es muy importante en el relato pero cede el protagonismo a su hijo, del mismo nombre, ya un reputado militar. El tema es el conflicto generacional y en concreto ese momento en el que el hijo tiene que hacer su propio camino a costa de dejar algo importante atrás. Con esta premisa, El Torre escribe un guion complejo, de lento desarrollo, que va superponiendo en capas la historia más inmediata con el trasfondo político y geográfico de Hiboria. Evita los clichés de la espada y brujería casi al cien por cien (diría que solo deja la referencia al pasotismo de Crom) y nos ofrece una visión diferente de algo que a los fans nos es muy conocido y amado, aunque sin romper con los elementos reconocibles. El Torre ha hecho algo muy difícil y meritorio: actualizar la esencia de los relatos de Conan originales de Howard, en los que Conan no es simplemente un hombre mazado de ideas claras y escasas, sino un ser humano complejo, con sus imperfecciones, errores, temeridades y valores. Y también recupera la sensualidad y violencia presentes en dicha obra. Un guion así tenía que complementarse con un dibujo que buscase su propio camino alejado de las representaciones habituales de Conan. Bocardo rediseña Aquilonia sin buscar efectismos de película de alto presupuesto. Los escenarios, los personajes y sus interacciones son creíbles porque parecen sinceros y próximos. El dibujante prescinde de grandilocuencias y referencias claras a algo conocido (aunque se reconoce en algún sitio un castro celta) para ponerse al servicio de la historia y las tensiones que genera. Por su parte, el color de Martínez no podría ser más adecuado, también alejado de estridencias y exageraciones, con predominancia de tonos apagados que lo relacionan más con el cómic indie que con el mainstream. El pasaje en el que Conan padre y Conan hijo están desnudos en la nieve es algo sublime, una catarsis de dibujo y color que roza la perfección. El resultado es una obra de gran calidad que puede leer cualquier persona, aunque el disfrute se acrecenta seguro si se conoce y ama a Conan, porque entras en conexión con los autores y te das cuenta de que compartes algo con ellos. La edición, en tapa dura con letras doradas y papel mate es el envoltorio perfecto para uno de los mejores cómics de Conan y posiblemente una de las mejores lecturas del año.
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Octubre 2024
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