Mi próxima novela está protagonizada por Conan y se titula Sombras eternas en Khal-Turath. Empieza en Messantia, la capital de Argos.
Se alza orgullosa a orillas del mar occidental y un puerto bullicioso donde el aroma a sal y especias exóticas se mezcla con el clamor de mercaderes que comercian con perlas, sedas y armas de tierras lejanas. Aquí, las riquezas del mundo entero convergen, y el oro fluye como el vino en las mansiones de los ricos mercaderes y en las tabernas infestadas de marineros y mercenarios. Sin embargo, bajo su fachada de prosperidad y opulencia, se oculta un corazón sombrío, donde la ambición y la avaricia tejen una red de intrigas. Los astilleros de Messantia son famosos por construir las naves más rápidas del mundo hiborio, y sus muelles están repletos de galeras, cargueros y barcos piratas que buscan pasar desapercibidos. La ciudad, aunque rica, no es ajena al caos: su proximidad a los mares infestados de corsarios y a las rutas comerciales más codiciadas la convierte en un imán para piratas sanguinarios y mercenarios sin escrúpulos. En sus calles empedradas, donde las sombras se alargan al caer la noche, los cuchillos encuentran con frecuencia carne blanda, y los callejones estrechos esconden los cuerpos de quienes fueron demasiado codiciosos o confiados. Además, las intrigas políticas y el espionaje abundan, pues las potencias vecinas ven en Messantia no solo un puerto, sino un bastión estratégico. Las alianzas se forjan en el humo de las tabernas y se rompen con un susurro en la oscuridad. En esta ciudad, la vida pende de un hilo afilado, y solo los más astutos, los más fuertes o los más despiadados sobreviven para contar sus historias. Messantia no es solo un puerto: es un hervidero de sueños y peligros, donde los hombres y mujeres arriesgan su alma por un puñado de oro o un momento de gloria. En Argos empieza la aventura de Conan, de pie ante un barco mercante fondeado bajo la luz de la luna.
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El calor oprimía como una prenda empapada sobre la muchedumbre de Paikang. El aire, espeso y dulzón, tejía sus dedos alrededor de cada aliento, mientras la ciudad, sujeta bajo el peso del sol, emitía sus lamentos como metal ardiente bajo el martillo. El fragor de la vida se encadenaba al paso de los camellos y al llamado de los mercaderes, que con sus voces afiladas cortaban la bruma de incienso y sudor. En las esquinas, los ancianos jugaban al shatranj, sus dedos danzando sobre los tableros de marfil como si el propio destino dependiera de sus astutas estrategias.
A través de la muchedumbre se deslizaba una figura encapuchada, cuyo paso, ni rápido ni lento, se fundía con el oleaje humano. Nadie se percató de sus manos, del sutil movimiento bajo la tela, la leve presión contra el costado, donde el frío metal reposaba, aguardando el llamado de su dueño. La ciudad, ese tapiz de sabores y desdichas, tejía su trama con los hilos de la ambición y el deseo. Aquí, la lealtad era tan frágil como el cristal de las lámparas que colgaban de los pórticos, y el honor se medía en monedas de oro que tintineaban en bolsas ocultas. Paikang era un nido de serpientes, donde la belleza y el peligro bailaban en íntima comunión. La figura detuvo su paso frente a una fuente, donde los espejos de agua jugaban con la luz del día. Allí, por un momento, la capa se deslizó para revelar la visión de un rostro marcado, no por el tiempo, sino por las cicatrices de mil batallas. Los ojos, oscuros como la noche sin luna, reflejaban la promesa y la condena de Paikang, la eterna lucha entre la luz y la sombra, entre la vida y algo que se semejaba mucho a la muerte. A lo lejos, el zumbido de la ciudad se fundía con los cánticos de los monjes en los templos, mientras que en los barrios bajos, los susurros de las conspiraciones se confundían con las plegarias de los desesperados. Y así, entre el tumulto y el silencio, la figura encapuchada retomaba su andar, desapareciendo en el laberinto de calles, donde cada sombra susurraba una historia y cada luz revelaba una traición. Ya tenéis disponible todo el libro de misiones para echarle un ojo y opinar. Es un documento en el que se pueden hacer comentarios. Son 10 misiones, pero recordad que el juego tiene una opción sandbox que lo hace infinito.
Este es el enlace. Acompañan esta entrada las ilustraciones que contendrá. Me complace enormemente presentaros el mapa que he hecho para el tablero del juego de cartas Crónicas Nemedias. Un trabajo muy laborioso que sin duda ambientará de forma genial vuestras partidas.
Aprovecho para comunicaros que pronto tendremos vídeos del prototipo físico de las cartas, para que os vayais haciendo la idea de lo que se avecina. ¡Un saludo cimmerio! Kordava es la capital del reino de Zingara en el mundo ficticio de la Era Hiboria, creado por Robert E. Howard para sus relatos de Conan. La ciudad de Kordava está situada en la costa oeste de Zingara, un país inspirado en la Península Ibérica y en la cultura española de la Edad Media. Aunque Kordava no es una de las ciudades más prominentes en las historias de Conan, sí aparece en algunos relatos y es un componente importante del mundo en el que se desarrollan las aventuras del personaje.
Kordava es conocida por ser un importante centro comercial y político de Zingara, así como por su arquitectura y su patrimonio cultural. La ciudad cuenta con un puerto muy activo, lo que la convierte en un punto clave para el comercio marítimo y la conexión con otras regiones de la Era Hiboria. La arquitectura de Kordava es una mezcla de estilos, con influencias de varias culturas que han dejado su huella en la ciudad a lo largo de los años. Los edificios son generalmente de piedra y cuentan con detalles ornamentales intrincados, lo que refleja la riqueza y el esplendor de la ciudad en su apogeo. Entre las estructuras más notables se encuentran el palacio real, donde reside el rey de Zingara, y la catedral, un símbolo del poder religioso en la región. La sociedad en Kordava es típicamente feudal, con una marcada división entre la nobleza y los plebeyos. A pesar de estas divisiones sociales, la ciudad es conocida por su animada vida cultural, con festivales, torneos y eventos que atraen a visitantes de todas partes. En las calles de Kordava, es común ver a artistas, músicos y bailarines que entretienen a la gente con sus habilidades y talentos. Kordava también es conocida por sus intrigas políticas y las tensiones entre las distintas facciones que luchan por el poder en Zingara. En este contexto, Conan a menudo se ve envuelto en conflictos y aventuras mientras interactúa con la nobleza y otros personajes de la ciudad. Kordava sera una de las regiones que estarán presentes en el juego de cartas Crónicas Nemedias. La primera aventura de Leyendas de Hiboria está basada en uno de los relatos más celebrados del creador de Howard. Fue publicada originalmente en el número de marzo de 1933 de la mítica revista pulp Weird Tales.
En La torre del elefante podemos leer una aventura de pura espada y brujería de un Conan adolescente que llega a la Ciudad de los Ladrones, y decide intentar robar algo muy valioso a un brujo al que teme el mismo rey de Zamora. En el relato original, Howard no puso nombre a esta ciudad, aunque después Lyon Sprague de Camp decidió que fuese Arenjun. En este libro la Ciudad de los Ladrones se llama Hazor. Aunque La Torre del Elefante no deja de ser una aventurilla intrascendente para la vida del cimmerio, es uno de sus relatos más populares al contener acción, criaturas fantásticas, intriga, brujería… ¡y una conexión con los mitos de Cthulhu! Las adaptaciones al cómic de La Torre del Elefante, sobre todo la de Roy Thomas y John Buscema, han contribuido a forjar la leyenda de este fabuloso personaje. Siendo así, la decisión de convertirla en inspiración para el primer libro de Leyendas de Hiboria es comprensible. ¡Promete diversión a raudales! En 1932, Robert Ervin Howard ya era un escritor pulp afamado, pero fue en febrero de ese año cuando, sin saberlo, marcó un antes y un después en la ficción y el entretenimiento. Fue cuando la revista Weird Tales publicó el primer relato de Conan, titulado El fénix en la espada.
Al ver que tenía algo grande entre manos, y con el objetivo de crear un mundo coherente y verosímil para el cimmerio, escribió el pequeño ensayo La Edad Hiboria, en el que describió el inicio y el fin de una era ficticiamente situada en un remoto e hipotético pasado de las actuales civilizaciones humanas. Los pueblos, naciones y civilizaciones que Howard nombra en este texto, así como en los relatos de Conan originales, son en la mayor parte pueblos y naciones antepasados de las civilizaciones actuales. Para establecer un lazo entre su recreación mítica del pasado y la actualidad Howard rebautizó pueblos de la Antigüedad con nombres diferentes aunque similares. Por ejemplo, según Howard, los brithunios originaron los brithones o bretones que los romanos combatieron en Britania. El escritor también utiliza toponímia actual o histórica, como por ejemplo Zamora, pero sin ninguna relación con ninguna de las ciudades reales llamadas así, pues Howard no hace más que tomar prestado este nombre dado a diferentes ciudades reales para bautizar un reino ficticio. Es, pues, muy importante tener siempre en cuenta que el pasado descrito por Howard no es otra cosa que la recreación ficticia de una edad olvidada. Para que su universo de ficción tuviera una mayor credibilidad, Howard inventó una serie de textos ficticios cuyos fragmentos habrían sobrevivido desde un remoto pasado legendario. Algo similar a lo que hizo Tolkien en su obra. Ejemplos de tales textos, en el universo de ficción de Howard, son las Crónicas nemedias o El libro de Skelos, pero naturalmente Howard nunca los escribió enteros, se limitó a escribir los fragmentos que intervenían en sus relatos. Howard no solo redactó el ensayo La Edad Hiboria sino que dibujó mapas relativamente precisos de, como mínimo, el cuadrante noroeste del continente hiborio, basándose en las zonas geográficas que más tarde, según el curso histórico ficticio de una serie de cataclismos, iban a convertirse en el así llamado «viejo mundo». |
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Enero 2025
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